En enero de 2002 la libra de uranio, antes de enriquecer y de convertir en combustible para la nuclear, costaba 9,6 $. En abril de 2007, el precio ha ascendido hasta 113 $. Es decir, el precio se ha multiplicado por casi un factor 12 en 2007. Y no retrata de una subida coyuntural que haya ocurrido de golpe, sino que se ha producido una tendencia ascendente sin cesar: en enero de 2002 el precio era 9,6 $/libra, en enero de 2005 21 $/libra, en enero de 2006 37,5$ /libra, en enero de 2007 el precio alcanzó los 75 $ /libra y en la actualidad es de 113$/libra. De esta forma, la repercusión del combustible en el precio del kWh de origen nuclear pasó de ser insignificante en los primeros 2000, en que suponía aproximadamente el 3% del total, para, en la actualidad, ser ya una fracción importante de estos costes, puesto que alcanzaría aproximadamente la cuarta parte del total, en caso de que la central nuclear no esté amortizada, y a ser la fracción más importante del coste, en caso de que la amortización de la planta esté completada.

Esta subida exponencial de los precios del uranio se debe ni más ni menos que a la irrupción en le mercado de fuertes compradores de uranio, como lo son India y China. Estos dos países se han lanzado a comprar uranio a cualquier precio para así aumentar sus reservas estratégicas. De esta forma, en el futuro, estas reservas les permitirían lanzarse a la construcción de algunos reactores nucleares. Tanto India como China están haciendo acopio de todo tipo de recursos y tecnologías energéticas, incluyendo las renovables, previendo un crecimiento de sus respectivos consumos.

Ecologistas en Acción quiere poner de manifiesto que la escasez y carestía del uranio constituyen un verdadero talón de Aquiles que imposibilita el relanzamiento de la energía nuclear. El rápido incremento de los precios que se está viviendo en la actualidad no es más que una indicación de lo que sucedería en una situación en que se intentara extender masivamente la energía nuclear para que sirva de abastecimiento a los países que quieran en el futuro aumentar sus consumos energéticos o que se planteen la sustitución de combustibles fósiles por nucleares. Desde hace más de un lustro se viene produciendo un déficit estructural entre la oferta y la demanda de uranio en el mundo, lo que obliga al uso masivo de las reservas.

Las alternativas que la industria nuclear pone sobre la mesa para solventar este problema, los reactores reproductores y el ciclo del torio, no están aún disponibles industrialmente y nada garantiza que lo vayan a estar en un futuro cercano. Los primeros constituyeron experiencias ruinosas para Francia y Japón, los países que los impulsaron, y los reactores basados en el ciclo del torio no son más que prototipos para la investigación y han de salvarse grandes dificultades técnicas para usarlos a escala industrial. Antes de plantear un relanzamiento o, siquiera, un mantenimiento a largo plazo de la energía nuclear, como han hecho voces que van desde la industria nuclear hasta el secretario general de CCOO, hay que tener en cuenta el problema de la escasez del uranio que disparará el precio del kWh nuclear y que terminará por agotarse, dejando las plantas nucleares sin combustibles para quemar.