Continuando con este tema, en esta ocasión tratamos de los dormitorios, la sala de estar, el trastero o garaje y el jardín.

Franz Leisdon, Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 45.

Dormitorio y sala de estar

Ambientadores sintéticos que contienen naftaleno o el fenol mezclados con el perfume artificial causan problemas respiratorios y oculares, dolores de cabeza, nauseas y se puede sustituir por esencias naturales. Pilas: contienen importantes cantidades de metales pesados, los más tóxicos son el cadmio, el plomo y el mercurio. Es recomendable usar pilas recargables y devolver las usadas a las tiendas o tirarlas a los contenedores de recogida de pilas.

Para limpiar y cuidar la madera basta un chorro de vinagre diluido en el agua de fregar suelos. La mixtura de agua con un poco de alcohol y jabón es un limpiador universal de excelentes resultados y los limpiacristales comerciales se pueden sustituir por una mezcla de agua con un poco de alcohol y jabón. Se seca con papel de periódico. Los pavimentos brillan con cera de abeja para los suelos de madera y con aceite de linaza para los de terrazo o ladrillo.

Los aparatos electrónicos y eléctricos crean campos electro-magnéticos que perjudican la salud. Es preferible apagar estos aparatos y no usar en la función stand-by, además de que así se ahorra mucha energía. También, a menudo contienen unas sustancias que confieren a los materiales propiedades de baja inflamabilidad: los pirorretardantes halogenados. Estos productos son persistentes, bioacumulativos y presentan una gran variedad de efectos tóxicos severos. Cuanto menos de estos materiales tengamos, mejor.

Trastero y/o garaje

En estos lugares se acumulan una gran cantidad de productos tóxicos: pinturas y barnices; colas y disolventes; tintes, ceras y betunes; gasolina y aceites de engrase, etc. Lo razonable es determinar lo que es esencial y lo que es innecesario o sustituible por productos menos agresivos y qué productos llevan sellos de eco-etiquetado y de advertencias de toxicidad o peligrosidad. Interesa usar completamente los materiales en existencia –aunque luego no los repongamos– antes de la fecha de caducidad. En segundo lugar hay que mantener un riguroso orden en el garaje y el cobertizo y no dejar nunca productos tóxicos en lugares a los que puedan acceder los niños. Todos estos productos no se tiran nunca a la basura. Los productos caducados se llevan a un punto limpio, ya que son residuos tóxicos y peligrosos y deben ser depositados y reciclados profesionalmente.

Jardinería

Las principales sustancias tóxicas son los plaguicidas, normalmente herbicidas e insecticidas, aunque también dan problemas muchos fertilizantes. En su mayor parte son fácilmente sustituibles por remedios ecológicos y eficientes. Se debe tener extremo cuidado con los fertilizantes del suelo ya que su mal uso origina daños a las plantas. El exceso de fertilizantes crea plantas más propensas a plagas como pulgones o ácaros. Los fertilizantes deben manipularse con los cuidados elementales que requieren los productos químicos ya que son corrosivos. Una alternativa a los fertilizantes es la elaboración de compost casero, reciclando los restos vegetales, como ramas de poda, el césped segado, hojas, restos de comidas, etc.

Respecto a las plagas como insectos, gusanos etc. hay plantas que repelen a las plagas, aunque no de una forma completamente efectiva. Por ejemplo, un jardín o huerto rodeado con algunas aromáticas como salvia, ruda, romero o lavanda; o incluir entre el cultivo habitual plantas de menta, estragón, tomillo o albahaca. Otro medio eficaz son las trampas cromáticas: placas pegajosas que por su color atraen a insectos-plaga. Las azules son útiles para los trips y las amarillas, por ejemplo, para moscas blancas y pulgones.

Aún mejor es la lucha biológica: uno de los casos más conocidos es el uso de la mariquita, que se come a los pulgones. Si la aplicación de insecticidas y fungicidas parece imprescindible, queda el empleo de aquellos recursos admitidos en agricultura ecológica:
fungicida de cobre (Caldo Bordelés), fungicida de azufre, purín de ortigas, jabón de potasa, Bacillus thuringiensis (un insecticida biológico), etc. Más información: Manual de Jardinería Ecológica, editado por Ecologistas en Acción.