La creciente presión urbanística sobre el litoral gallego tiene una cifra. Los nuevos planes urbanísticos calculan, para la próxima década, la edificación de 22 millones de metros cuadrados, lo cual supone duplicar el suelo edificado en Galicia a lo largo de su historia. Sin embargo, estas cifras no se corresponden con el crecimiento vegetativo. Mientras la población de Galicia aumentó en los últimos 6 años en 34.600 habitantes, el número de visados de nueva obra concedida fue de 214.000; un habitante por cada 6 nuevas casas.

En los últimos años (2001-2006) la construcción de viviendas en el litoral aumentó un 80% de media. En algunas localidades las cifras se disparan, como en Malpica (A Coruña), con un 1.700% de incremento, o en Foz, en la Mariña lucense, donde el año pasado se visaron 3.207 viviendas, más que en toda la ciudad de A Coruña. La previsión de crecimiento para los próximos años es de unas 800.000 viviendas, cifra que supera la de la Costa del Sol. La clave está en la demanda de segundas residencias. Desde 2001 a 2005 casi la mitad de las nuevas viviendas (44%) fueron de segunda residencia.

La presión sobre el territorio costero es tan fuerte que actualmente los alcaldes están tramitando (legal o ilegalmente) 45 grandes urbanizaciones en primera línea de costa, 17 campos de gol y 24 puertos deportivos.

La reciente aprobación por el Parlamento gallego de la Lei de Protección do Litoral aunque necesaria, no parece suficiente para detener esta marea de cemento que va cubriendo, implacablemente, las costas gallegas. La respuesta ciudadana, hasta hace poco escasa y dispersa, tiene un referente en la manifestación del 6 de mayo celebrada en Santiago de Compostela bajo el lema “Galicia non se vende”. En esa ocasión 40 colectivos ecologistas y plataformas ciudadanas exigían al gobierno gallego un cambio en la cultura del territorio.