Situados al sur de la ciudad de Badajoz, entre las localidades de La Albuera y Valverde de Leganés, los Llanos de La Albuera constituyen una campiña agrícola tradicionalmente dedicada a cultivos en secano de cereales, garbanzos, girasol etc., alternados con parcelas de olivar y viñedo. De forma dispersa, algunas encinas atestiguan que en un pasado reciente las dehesas dominaban, como aún puede apreciarse en pequeños retales supervivientes. Completando este variado mosaico, enormes pinos piñoneros de incierto origen aparecen aislados o en pequeños grupos, sustentando nidos de cigüeñas y otras rapaces forestales, dotando de singularidad y belleza a la zona.

Este enclave pseudoestepario, que constituye el hábitat de avutardas, sisones, aguiluchos cenizos, alcaravanes, elanios, primillas etc. comenzó a transformarse en la década de los noventa con la puesta en riego con pivot de algunas parcelas, para lo cual fue necesario hacer pozos de sondeo, pequeñas balsas, entramado de tuberías y electrificación de las fincas con unas líneas que, aun estando balizadas, no dejan de producir bajas en la población de avutardas.

Otro problema es la negativa actitud de los agricultores que, en defensa de sus cultivos, han procurado por todos los medios ahuyentar las avutardas del área donde más se concentran , que es la zona de cortejo o lek, para evitar el pisoteo y el consumo de brotes y semillas. Para ello han utilizado cualquier medio a su alcance: desde el claxon de los vehículos hasta cohetes; desde espantapájaros y vehículos destripados situados en los cultivos con tractores, hasta cañones de gas. Todo ello en un área crítica y en una fecha crucial como es el celo, y sin que la administración lo remedie.

Pues bien, a pesar de todas estas vicisitudes, la zona presenta en invierno una población superior al millar de aves y, concretamente, la zona de lek acoge a más de trescientas, lo que la sitúa en segundo lugar en importancia para la avutarda en Extremadura, por delante de otras zonas más conocidas. Ello da idea de la alta calidad del hábitat que aún hoy presenta el mosaico de cultivos existente.

Sin embargo, recientemente se ha iniciado una nueva transformación agrícola consistente en la sustitución del viñedo tradicional de secano por el cultivo en espaldera con riego, y en algunos casos la implantación de este tipo de cultivo donde previamente no existía. Así como el viñedo tradicional ofrece condiciones adecuadas para las avutardas y les proporciona alimento, el viñedo en espaldera con su entramado de estacas de aluminio y alambres de guía impide la entrada y aprovechamiento por estas y otras aves, como aguiluchos cenizos en sus vuelos de caza y alcaravanes, convirtiéndose automáticamente en una zona de exclusión. A ello hay que añadir el montaje de nuevas líneas eléctricas y la construcción de depósitos para el riego, modificando drásticamente un paisaje que ha permitido durante muchos años la convivencia entre la agricultura y la fauna silvestre.

Hasta ahora, este tipo de cultivo ha ido extendiéndose de forma imparable por la zona periférica del núcleo avutardero, pero esta primavera una parcela dentro del lek ha sido transformada en plena época de celo y sin que la administración intervenga. Sobre todo teniendo en cuenta que la zona ha sido recientemente declarada ZEPA con la denominación de “Llanos y Complejo Lagunar de La Albuera”. Ocupa una superficie aproximada de 4 has. y se han plantado viñas donde antes no había.

Resulta incongruente que se toleren estas transformaciones y, al mismo tiempo, la U.E. financie el soterramiento de una línea eléctrica de alto impacto en la zona. (Figs. 6 y 7). Mientras, el viñedo en espaldera gana terreno comprometiendo el futuro de unas aves por las que fue declarado ZEPA.

Por todo ello, Ecologistas en Accion de Badajoz presentó, el pasado 25 de junio, sendas denuncias ante el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA) y ante la Dirección General de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura, para que actúen decididamente para evitar ilegalidades de este tipo, para que conserven este espacio -protegido por la normativa europea (y española)- y para que la declaración de estas áreas de tanto valor medioambiental como entornos protegidos no se trate en suma sólo de un nombre y una excusa para conseguir fondos europeos, sin una contrapartida real por parte de la administración extremeña.