La coincidencia de recordar ahora el bajo nivel del agua en este complejo con la solicitud de la inclusión en el Plan Hidrológico Nacional del Embalse de Caleao nos permite hacer unas reflexiones sobre la competencia entre los usos del agua a partir de la aprobación de la Ley 54/1997 del Sector Eléctrico.

Y es que, entre otras justificaciones, se plantean los bajos niveles del pasado mes de noviembre, bajos niveles que, como en estos momentos son innegables, pero desde luego contrastan con su estado hace unos meses, y concretamente con su estado en el mes de marzo, ya que alcanzaba unos niveles de casi el 90%, con 32,63 hectómetros cúbicos de los 37,55 que puede llegar a almacenar, lo mismo en el 2003 donde al finalizar el primer trimestre del año se encontraba a un 86 % de su capacidad.

Hemos de tener en cuenta que este pantano, entre los concejos de Caso y Sobrescobio, además de utilizarse para abastecer con agua del Nalón a la zona centro del Principado, con destinada al consumo humano, se utiliza para suministro eléctrico y es aquí donde pueden darse importantes competencias que hace años denunciábamos ya que al pasar, con la actual Ley, de un sistema de «costes reconocidos» a otro de «oferta competitiva» se incrementa desproporcionadamente los beneficios de la energía hidroeléctrica. Con ello, los propietarios de centrales se sienten inclinados a usar de manera más intensiva esta fuente lo que puede repercutir decisivamente en otros usos alternativos ya que si bien los usos hidroeléctricos no consumen agua, sí la desplazan de lugar, lo que la puede hacer inútil para otras demandas. Y a la inversa, el empleo consuntivo del agua puede hace desaparecer el recurso que genera la energía.

La pregunta entonces es si existen datos que puedan apoyar esta hipótesis, y en realidad creo que sí. Este complejo es una central hidráulica de bombeo, es decir produce electricidad cuando se turbina agua del embalse superior, parte de la cual es posteriormente bombeada desde el inferior, esto, que tiene ventajas interesantes desde el punto de vista del sistema puede ser utilizado de forma excesiva en los momentos en los que los precios en el mercado eléctrico son altos pues tiene unos costes variables bajos pero se cobra como la más cara en el momento de la subasta. Y esto es lo que parece estar ocurriendo pues podemos comprobar que la producción media entre los años 1985 a 1994 fue de unos 70 GWh, alcanzando como máximo los 90 GWh mientras que a partir del año 1999 esta producción, diferencia entre lo generado y bombeado, se ha doblado, acercándose a los 160 GWh, u esto tanto en un buen año hidráulico como el 2001 donde se alcanzaron los 160 GWh de producción neta como en uno malo, como el 2000 con 158 GWh. Podemos pensar, por tanto que lo que esta ocurriendo es que un bien común, como el agua, se está utilizando para incrementar los beneficios privados, y lo que puede ser aún peor, podría darse el caso, como ocurrió con el trasvase de agua Picadas-Valmayor hace unos años, que si se prioriza su utilización para consumo humano en caso necesario, la campaña eléctrica que dispone del aprovechamiento hidroeléctrico podría reclamar una indemnización económica si esto le impide generar electricidad.