El pasado mes de mayo la empresa Aramón (Ibercaja y Gobierno de Aragón) comenzaba las obras de ampliación de la estación de esquí de Formigal invadiendo el valle virgen de Espelunciecha. Una de las afecciones más importantes era la construcción de un macro aparcamiento (con capacidad para más de 2.000 vehículos) en altura, concretamente en la zona alta del valle, conocida como las Corvas, junto al paso del Portalet.

La zona de las Corvas es, era, una formación pizarrosa alterada con depósitos en ladera muy inestables y tensionados que estaba compensada gracias a la forma estable en que se había consolidado y asentado la ladera con el paso del tiempo. Así mismo, es una zona con mucha actividad hídrica, con numerosos manantiales con una potente circulación (de hecho, son, eran, la razón del nacimiento del río Gállego). Esa actividad hídrica le confiere un factor añadido de equilibrio dinámico, que de romperse significaría un elemento de desestabilización. Por último, hay que tener en cuenta que esta zona, enclavada en el Pirineo Axial, es de riesgo sísmico medio-alto, lo que hace que los temblores de tierra moderados sean algo habitual.

Las obras antes mencionadas consistían en la sección de la base de la ladera de las Corvas, para convertir la zona en una explanada en la que ubicar un macro aparcamiento y hacer pasar por ella la actual carretera que pasa a Francia por el Portalet (en el trazado de la antigua carretera se ubicara una zona comercial y de servicios) extrayendo directamente ingentes cantidades de materiales que suponían el punto de apoyo de toda la ladera y rompiendo la estabilidad morfológica del asentamiento. Esas obras también han supuesto la ruptura de la red de manantiales antes mencionada (lo que, por cierto, también puede afectar gravemente al río Gállego).

Con estas premisas, a finales de septiembre vecinos de la zona observaron algunas grietas en la zona de la ladera justo encima de las obras. Unos días después, el 6 de octubre, observaron como el número de grietas había aumentado y éstas se habían hecho mucho más profundas y anchas. Asustados (debajo de esa ladera que amenaza con deslizarse trabajan medio centenar de personas en las propias obras de Formigal y pasa la carretera del Portalet, con un tráfico de miles de coches diarios) avisaron a la Guardia Civil y al 112. Los medios de comunicación informaron de la gravedad del hecho, mientras que la empresa Aramón restaba importancia al asunto y se desmarcaba declarando que el único culpable había sido un movimiento sísmico en la zona (movimiento sísmico que, curiosamente, sólo había tenido consecuencias en la zona desestabilizada por las obras y no en el resto del valle).

Mientras se estudia la estabilidad de la ladera, Aramón anuncia que seguirá adelante con las obras y con sus proyectos de ampliación (quiere tener instalado el macro aparcamiento en noviembre, para el inicio de la temporada de esquí, y va contra reloj, sin tiempo que perder). Así mismo, Aramón indica que sólo existen una decena de grietas y de carácter superficial.

Sin embargo, vecinos de la zona e integrantes de la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón han podido comprobar durante el puente del Pilar (12 octubre) que las grietas continúan aumentando, tanto en número (ya son más de un centenar) como en profundidad y anchura.

Ante estos graves acontecimientos, desde la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón, de la que forma parte Ecologistas en Acción, se quiere expresar lo siguiente:

1) Lamentar el intento de Aramón por ocultar los hechos: a pesar de haber observado las grietas y del peligro evidente que suponían, no avisaron a nadie y tuvieron que ser los propios vecinos los que dieran la voz de alarma.

2) Incluso con la denuncia realizada, Aramón intenta escurrir el bulto y achacar las grietas exclusivamente al movimiento sísmico. Cuando probablemente la desestabilización haya sido motivada por la unión de las obras y el propio temblor de tierra (por otro lado, el movimiento sísmico no es excusa, ya se ha comentado que esta es una zona de riesgo medio-alto en la que toda gran obra debería tener en cuenta estos efectos. Decir que no se habían tenido en cuenta, sólo demostraría una preocupante negligencia por parte de Aramón)..

3) Una vez aparecidas las grietas con la posibilidad de un deslizamiento de la ladera, se plantean dos cuestiones:

Primera: ¿va a seguir Aramón adelante con las obras, sin esperar al estudio geológico de la zona, poniendo en peligro las vidas de los trabajadores y de las personas que circulen por la carretera?
Segunda: ¿va a replantearse Aramón el proyecto de ampliación o va a continuar con el actual? es decir, va a autorizar la apertura de un aparcamiento para miles de personas y un paso carretero justo debajo de la ladera que amenaza con deslizarse. No olvidemos que en unas semanas la nieve cubrirá el terreno, grietas incluidas, dando una sensación de normalidad, pero la acumulación de toneladas de nieve sobre la zona afectada se convertirá en un factor añadido de riesgo.

4) Hasta ahora, se sabía que Aramón no había realizado estudios socioeconómicos del supuesto beneficio de la ampliación para el valle. Se sabía que los estudios ambientales tenían numerosas irregularidades que los invalidaban. Pero ahora asalta también la duda sobre la validez de los estudios técnicos. La ampliación de Formigal y la urbanización que la acompaña no mejora las condiciones socioeconómicas del valle, afecta gravemente al patrimonio natural y cultural, pero es que, incluso, puede que resulte peligroso esquíar o simplemente pasar por la cabecera del Alto Gállego.

Ante todo esto, desde la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón insistimos en la necesidad de abrir un amplio diálogo sobre el futuro que queremos para nuestras montañas y acompañarlo de una moratoria a las grandes ampliaciones.