Impactos ambientales que continúan y no se evalúan, marea gris de urbanizaciones e infraestructuras, avances legislativos insuficientes, problemas para la salud, y un modelo de transporte que generará más desastres en el futuro es el balance del accidente del Prestige 5 años después para Ecologistas en Acción, la Federación Ecoloxista Galega y Verdegaia.

El 13 de noviembre de 2002 un petrolero con 77.000 toneladas de fuelóleo se encontraba a la deriva frente a las costas de Muxía (Galicia), una semanda después se partió en dos y se hundio. Comenzó así la catástrofe del Prestige. Ecologistas en Acción, Federación Ecoloxista Galega y Verdegaia opinan al respecto en el documento “La catástrofe del Prestige, cinco años después”.

Xan Duro, coordinador de la asociación gallega Verdegaia, considera que “la huella de la marea negra no ha desaparecido totalmente en Galicia”. Además, “la catástrofe del Prestige no sólo trajo una marea negra, sino también una marea gris, una marea de hormigón de consecuencias igualmente nefastas para la costa. Nos referimos a las infraestructuras en cuyo impulso influyeron las consecuencias políticas de la catástrofe, especialmente al puerto exterior de A Coruña. O al crecimiento de la actividad urbanística: un tercio de los municipios del litoral gallego triplicó sus viviendas, sobre todo segundas residencias, en los últimos tres años”.

Pero los impactos no fueron sólo en Galicia, Cantabria fue la segunda comunidad autónoma más afectada. Guadalupe Grandoso, de Ecologistas en Acción de Cantabria, considera que “el fuel que sigue enterrado en arenales y en los fondos marinos no se ha cuantificado y continúa actuando como un contaminante con efectos crónicos sobre los organismos del medio marino. El seguimiento de la evolución de estos ecosistemas se ha abandonado, por lo que será imposible determinar el alcance real de esta catástrofe. En el desastre del Exxon Valdez muchas especies afectadas no se han recuperado 10 años después”.

José Luis Baleato, miembro de la Federación Ecoloxista Galega, señala que “la contaminación por hidrocarburos no sólo procede de accidentes de petroleros monocasco como el Prestige, sino que también procede, y de forma muy significativa, de prácticas extendidas de limpieza de tanques en alta mar, de vertidos en puertos,… lo cual hace que exista un vertido permanente de petróleo al mar. Además, conviene resaltar que los organismos acuáticos pueden acumular hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) del agua, sedimentos y alimento, lo que repercute sobre la biología de las especies y en su potencial toxicidad”.

Sobre las implicaciones para la salud de este accidente, Xosé Veiras, de Verdegaia, comenta que “la exposición más o menos prolongada al fuel durante los trabajos de limpieza no ha sido irrelevante para la salud a largo plazo, como prueban algunos estudios. Por lo tanto, los impactos sobre la salud no fueron debidamente considerados”.

A nivel legislativo se han producido avances desde el Prestige. Antonio Muñoz, de Ecologistas en Acción de Campo de Gibraltar, señala que: “la Organización Marítima Internacional y la Unión Europea aprobaron medidas contra los petroleros monocasco. La UE ha prohibido la entrada en puertos europeos de fuel pesado en buques monocasco, el Plan Nacional de Salvamento Marítimo ha aumentado más de 6 veces su presupuesto,…”.

Sin embargo José Luis Baleato subraya que “el transporte de crudo en aguas internacionales sigue siendo uno de los negocios más difíciles de controlar y regular, ya que proliferan los buques abanderados con pabellones de conveniencia (buques pertenecientes a sociedades ficticias con sede en un paraíso fiscal, como el Prestige), existen fuertes intereses económicos de la poderosa industria petrolera, hay además una enorme complejidad jurídica a la hora de buscar responsabilidades en caso de catástrofe”.

En este sentido, el Estado español no ha avanzado mucho. Luis González, coordinador de Ecologistas en Acción afirma: “recientemente se ha aprobado la Ley de Responsabilidad Ambiental que pretende conseguir que “quien contamine repare”, previniendo además dicha contaminación. Pero de dicha normativa quedan excluidos los hidrocarburos y los accidentes en el mar. Es decir que, si mañana ocurriese un nuevo Prestige, volveríamos a encontrarnos con una ineficiencia legislativa que haría muy difícil que quien sea responsable del daño lo repare, como está ocurriendo tras el desastre del Prestige”.

Y Antonio Muñoz recalca que: “sigue existiendo una altísima siniestralidad marítima. Sólo en los últimos meses han naufragado cerca de las costas peninsulares cinco buques. El tráfico de buques no para de incrementarse, lo que hace todavía más necesario mejorar la seguridad marítima. Además puertos como el de Gibraltar mantienen “monocascos”, asimilables a doble casco, como gasolineras flotantes”.

Por último, Paco Segura, coodinador del área de transportes de Ecologistas en Acción, afirma que este problema es estructural, ya que “el producto que transportaba el Prestige era fuelóleo. Este fuelóleo se usa como combustible en centrales térmicas o en calderas industriales, y para alimentar motores diesel de gran potencia, como los de los buques. De este modo, las grandes mareas negras tienen su origen en el transporte de combustible cuyo destino es generar más transporte o producir electricidad sucia.